SIMON EDMONDSON (1955) / EL POLVO NO REDIME

Heidegger manifestó que la obra de arte no aislaba a los hombres en su vivencia, sino que los incorporaba a la pertenencia de la verdad que acaece en la obra.

El inglés EDMONDSON, en su obra, muestra la idea plástica de síntesis, de una plástica que se queda casi ciega en los ojos de un mundo que empieza a no percibirse por su destrucción.  

Su cromatismo infunde un espíritu que duda entre lo que ve y no ve, entre lo que desea contemplar y no puede, entre lo que está viviendo y no está ocurriendo.

Sólo la idiotez, perfección de la no-espera, se sitúa fuera del tiempo y de la vida. 

SAüLO MERCADER (1944) / MI PINTURA ES TAL COMO SOY

El alicantino MERCADER configura su obra como una revisión de la naturaleza humana desde unas bases plásticas y visuales congregadas a  su alrededor.

Lo figurativo y empirista esta sujeto a una pulsión interior acorde con un juego dialéctico inacabable, en el que la expresión se dilata para proyectarse en la mente del receptor. 

Este choque de mentes se produce por la intimidación de una mirada y la agresividad de la otra, de tal modo que ninguna de las dos quedan indemnes.

El vacío interno te revela la indeterminación infinita como forma de expresión.

(Cioran)

 

PIM PALSGRAAF (1979) / FUI CLARO DESDE EL PRIMER MOMENTO

El holandés PALSGRAAF se ha gestado a sí mismo en el mundo exterior, en el que le rodea e impresiona por una degeneración en toda su pureza. 

Y así se ha propuesto crear a partir de la destrucción, pero no para hacerla impoluta, sino para que sea la significación y símbolo de una sociedad enfermiza, de un urbanismo efímero y abandonado.  

Él reconstruye su decadencia y ruina con el fin de que sus dimensiones representen el hecho cumplido de una renovación desde esos presupuestos, es decir, desde su condición artística.

El miedo a la muerte es un fruto enfermizo de la aurora del sufrimiento. 

(Cioran)

JOSÉ ANTONIO BERNARD (1977) / NUNCA SERÁN LOS MISMOS

La representación se realiza en base a los datos que la percepción y la memoria nos ofrecen, aunque cada día se reduce más a un mundo de calamidades que siguen en aumento.  

El manchego BERNARD ambienta pictóricamente el mundo de la adolescencia en esta serie, en la que con una sutilísima expresión, con un cromatismo ajustado, se plantea en ella lo que fue edad y ahora es tiempo. 

Casi podríamos decir que la imaginación y la realidad la ponen sus personajes, que se muestran a sí mismos con las incertidumbres que les asaltan en cada acción y momento. 

 Sólo existe nobleza en la melancolía.

(Cioran)

GUSTAVO NAZARENO (1994) / MI MIRADA ESTÁ ACOSTADA CON LO NEGRO

Dijo Goethe que no hay modo más seguro de esquivar el mundo, ni hay modo más seguro de enlazarse a él, que el arte.

Para el brasileño Nazareno, lo místico y lo simbólico iluminan una plástica que desprende una paz sedienta entre la soledad y el mito, entre una significación elocuente y un pensamiento obsesivo. 

Personajes de la carne del tiempo y de la naturaleza son dioses del Olimpo que se hacen presentes cromáticamente como una premonición ambigua, que no es terrenal sino fraguada con medios pictóricos.   

La vida y yo somos dos líneas paralelas que en se encuentran en la muerte.

(Cioran)

AMANDA WILLIAMS (1974) / LO QUE HAY EN LA SUPERFICIE NO ESTÁ SIMPLIFICADO

La americana WILLIAMS consagra a su obra a auscultar las capas pictóricas, a tratar de potenciarlas en su visibilidad y plasticidad. 

Los medios y recursos que utiliza son los que considera adecuados para llegar a sus fines, porque le prestan energía, vitalidad, pathos y significación. 

Es como si en esos umbrales tuviese lugar el gesto, el habla y la voz de una presencia que entabla con ella la penetración en el sustrato de avatares existenciales.  

La mirada humana se ha limitado a acentuar el pesar poético, cuya ausencia indica, en cada especie, la proximidad de sus orígenes.

ALLANA CLARKE (1987) / COLGADURAS FÚNEBRES

La obra de la trinitense CLARKE opera sobre la materia para impregnarse de una diferenciación e integración metafísica en la metamorfosis de unos cuerpos rasgados.

Este simbolismo geológico apela a la oscuridad que se desata cuando nos ignoramos visualmente, cuando no sabemos interrogar plásticamente a lo esencial orgánico y biológico. 

Cada pieza es un entramado que invoca a una naturaleza que está celebrando su propio funeral, su desolación por el abandono y el maltrato. 

Un ser en vías de espiritualización completa ya no es capaz de melancolía, porque no puede abandonarse a merced de los caprichos. 

(Cioran)

GABRIEL CHAILE (1985) / SON ICONOS

El argentino CHAILE nos presenta una obra que desde sus patrones artesanos se transforma en una apuesta plástica de reminiscencias ancestrales.

Son las metamorfosis que resultan de un hacer que pregunta al tiempo y se queda en el espacio, que retrotaen al mismo tiempo que manifiestan el sentido de lo cultural e identitario vigente en su operatividad.

Su morfología se proyecta como un misterio sellado que no es necesario descubrir, porque es él en sí mismo el que se exterioriza cuando lo contemplamos.  

Las creaciones del espíritu son un indicador de lo insoportable de la vida.

(Cioran)