La pintura del chino LIUMING pone de manifiesto una identidad plástica de empequeñecimiento que hace un recorrido por algunas de sus variantes, de sus etapas vitales y de su ser reconstruido.
Él mismo recrea su propio yo sin saber cual es el que se impone, sin forzarlo a ser más que la multiplicidad de lo que es, el tamaño de lo que representa, el narcisimo sin pregunta.
En sus autorretratos se constituye con distintos significados, con una gama cromática sobria que hace el perfil del personaje como una naturaleza incierta que nos llama a contemplar su destino.
